Siempre me ha llamado la atención el tema este de la piratería en aguas del definido como Cuerno de África y me sorprende, esto no se puede negar, que la industria no haya sacado todo el jugo posible a la temática. Con este no sobreexplotado entorno, piratas más secuestros más rescates hay unos cuantos pero con la problemática somalí como trasfondo no tantos, el siempre virtuoso y sabio director Paul Greengrass adapta la historia real del capitán Richard Phillips narrada en el libro de título más que interminable "El deber de un capitán: Piratas somalíes, SEALs de la Armada, y los días peligrosos en el mar", escrito por Stephan Talty y el propio sufrido Phillips. Al frente del proyecto, y en una nueva demostración de que la veteranía es un grado, un muy natural y cercano Tom Hanks se encarga de acompañar a Greengrass en un drama personal muy acorde con esa esencia que la meca del cine disfruta llevando a la gran pantalla… de esas que por lo general se acaban aupando al estatus de producto premiable merced a la calidad del desarrollo y al gusto del público.
Lo mejor de todo es que el combinado cumple, y mucho, con una propuesta dramática, tensa o hipertensa, y donde te sientes tan preso e impotente como el pobre de Hanks, o Phillips, mientras el debutante Barkhad Abdi le apunta con un AK-47. El film es muy cercano, más si tenemos en cuenta que hace unos años barcos de todas las nacionalidades, españolas entre ellas, sufrían en carne el asedio de los piratas somalíes que bajo la amenaza de la desgracia que golpeaba, y golpea, a su tierra – hambruna, muerte y otros menesteres de aspectos más controvertidos – se adentraban en alta mar para probar suerte y cobrar una buena recompensa. El film es un elaborado viaje por una experiencia catártica, de esas que te cambian la vida si la sufres, y tras la cual algo queda dentro de ti para siempre.
Pues eso, Capitán Phillips es Greengrass, Hanks, drama humano y una vacaciones en el mar de esas que no nos gustaría disfrutar a ninguno. Buen film que sin lugar a dudas merece más porque Hanks, nuevamente, nos ofrece un papel rotundo y de calidad, de esos que se tragan los problemas pero que explotan y se derrumban como haría todo hijo de vecino si sufrieran la experiencia esta.
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