Jaime Rosales es de los pocos, de los poquísimos mejor dicho, realizadores españoles a los que suele convocar Cannes de forma habitual. Tras las formas más extremas de la anterior Sueño y silencio Rosales decide regresar a un modelo de narración más fluida y cercana, normal que esta Hermosa juventud pueda considerarse su mejor película desde Las horas del día. Crónica directa de la crisis que ha asolado el país, la película sigue la historia de amor una joven pareja –tomen nota de los jóvenes protagonista: Ingrid García Johnson y Carlos Rodríguez, que lo borda- del extrarradio madrileño a los que la juventud a la que hace referencia el título se les acaba bien pronto al quedarse embarazados sin esperarlo. Sin dinero, sin trabajo y sin hogar, la pareja deberá buscarse la vida como pueda –incluso haciendo porno casero con Torbe- para poder seguir adelante. El éxito de la cinta radica en cómo Rosales es capaz de hacernos cercana esta historia de amor, con todos sus altibajos y sus inseguridades; perdiéndose algo de fuerza cuando se pierde en devaneos cercanos al suspense. La película posee un recurso estilístico de lo más curioso: las elipsis temporales son mostradas a través de estados de Facebook y Whatsapp.
Cerramos crónica con la película italiana a competición: Le meraviglie, primer largometraje de ficción de la directora Alice Rohrwacher. Una película que recupera el neorrealismo de mirada natural de los maestros italianos de los años 40 y 50 –en la línea de La pivellina- para contar las vivencias de una familia de apicultores rurales de la Toscana, donde lo doméstico y lo laboral se integran en un mismo plano. Película pequeña, bellísima y con un final de órdago, no sería ninguna sorpresa que rascara premio en el Palmarés.
Cerramos crónica con la película italiana a competición: Le meraviglie, primer largometraje de ficción de la directora Alice Rohrwacher. Una película que recupera el neorrealismo de mirada natural de los maestros italianos de los años 40 y 50 –en la línea de La pivellina- para contar las vivencias de una familia de apicultores rurales de la Toscana, donde lo doméstico y lo laboral se integran en un mismo plano. Película pequeña, bellísima y con un final de órdago, no sería ninguna sorpresa que rascara premio en el Palmarés.
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